¡¡¡LOS DERECHOS HUMANOS SON PARA HUMANOS DERECHOS!!!

Aclaración:

El presente testimonio se presenta a los lectores como una crónica. Por este motivo, se debe leer de atrás (el principio) hacia adelante (desarrollo y final); en otras palabras, de lo más viejo a lo más reciente. En cualquier caso y dadas las circunstancias, de no disponer de mucho tiempo, me tomé la molestia de etiquetar algunos hechos o personajes para entrar en contexto. Dicho todo esto, a iluminarse con la verdad de mi testimonio.

4 mar 2011

Carta de Luque a los organizadores de Expoagro 2011

A continuación transcribiré el texto de la carta de mi amigo Luque a los organizadores de Expoagro:

Estimados organizadores de la más hermosa muestra posible:

Es sabido ya de antemano que lo que hoy está ocurriendo aquí es un evento maravilloso. Es muy agradable ver el crecimiento y sostenimiento del sector agropecuario, baluarte histórico del modelo productivo – y por qué no ideológico, pues una cosa lleva inevitablemente a la otra – de la patria. Es importante conocer las bases en las que se funda el modelo productivo. Sin embargo, el motivo de esta carta no es la alabanza de las virtudes de la organización ni del aparato corporativo del campo argentino.
El motivo de esta carta es mucho más complejo y amerita una toma inmediata de conciencia acerca del papel que le queremos infundir a nuestra propuesta. Las armas de la nación están a la disposición de los liberadores de la patria sojera cuando se disponga.  Ustedes han sufrido, tanto o más que los otros 2 baluartes de la patria – Iglesia y Ejército –, las embestidas de este gobierno déspota, corrupto, populista, anticatólico, anticlerical, antiderechista, antiagropecuario, antiprogreso, anticivilizador, antisocial, anticapitalista, antiargentino, antimercado, mercantilista, acrítico, peronista, persecutor político, ponebombas y fomentador de una atmósfera de violencia, desconfianza e inseguridad – tanto física como jurídica -,  entre otras cosas. El gobierno nacional, conducido por la yegua, insultó los valores de la patria al provocar la ira corporativa del campo.

¡Qué acto tan vil el querer que unos pocos sean los que mantengan a una masa de vagos y mal aprendidos! ¿Acaso no sería productivo que en lugar de dar planes sociales – la patria no se hizo grande entre fines del S. XIX y principios del S. XX con eso, sino con represión y libertad de mercado – se proponga una ley de antivagancia, como aquélla que se mantuvo en la provincia de Buenos Aires hace ya más de 100 años?  ¿Es ilógico pensar en la posibilidad práctica de retrotraer la situación del país a 1880? No lo creo.
Nadie debe vivir en nuestro país más que aquellos que hayamos visto proféticamente el destino que Dios, en las tres entidades que son una sola, le confirió. Para ello es necesario lo siguiente:
Argentina debe encomendarse a la solución de su crisis de identidad: El peronismo - ¡cáncer de la nación! – ha corrompido a la sociedad toda y producido una crisis de identidad en sus habitantes que nadie – absolutamente nadie – pudo, puede o podrá igualar. La crisis de identidad se funda en la esquizofrénica noción industrializadora en nuestro suelo, suelo rico, noble y fertilizado. ¿Para qué? No me quedan dudas a mí: la razón principal del proceso de industrialización fue generar un Estado proletario y ateo; gobernado por insubordinados y violentos. Los peronistas no son más que díscolos que han sacudido las raíces espirituales y productivas de nuestra nació, y es por ello que fueron derrocados en su momento, para el bien de la república.
Hoy en día, y desde hace ya casi 8 años, los peronistas – terroristas revolucionarios y ponebombas y no líderes corporativistas como antes –han vuelto al poder para impregnar a la sociedad de su lógica ilógica, de su violencia política, de su herejía constante y depravada, de su condición ramera y su libertad de vientres. El cáncer de la república no ha hecho otra cosa – a lo largo de la historia y en la actualidad – más que difamar los valores y la conciencia occidental y cristiana del campo para uso y derroche de los atributos productivos y la fortuna natural en pos de la generación de díscolos y violentos. Una sociedad como la actual, que desconoce los valores y principios que han mantenido a la patria unida y en la órbita del mundo civilizado, no tiene otro destino que la perdición en el océano de los lamentos y el tercer mundo. Ustedes saben tan bien como yo que hay maneras de evitar que la fortuna de la que gozan no sea utilizada en beneficio de los que no supieron cosecharla. Para ello es necesario que nos organicemos el día de hoy, jueves 3 de marzo, en una arremetida nacionalista, revolución cívico-paramilitar encabezada por contrarrevolucionarios, para sacar de cuajo todos los males de la República – que son muchos y a la vez uno sol: el peronismo -.
La actual burguesía terrateniente debe tomar las riendas del poder ejecutivo nacional, disolver el parlamento, degollar a los jueces y violar a las juezas. La burguesía debe convertirse, irremediablemente en una oligarquía – mejor llamémosla una aristocracia, pues el campo es el más capacitado para hacer de la Argentina el país que fue, no para beneficio propio sino el de todos los argentinos -.
Los argentinos deben solucionar sus problemas morales: no voy a poner en duda que el principal problema de la nación argentina es moral y no socioeconómico. Las razones fundamentales de la elección por el peronismo son la falta de fe en Dios y la ausencia de la cultura del trabajo. ¡Pero claro! ¡Por qué van a trabajar si es que el Campo los mantiene con el esfuerzo de quienes producen!
La falta de fe en Dios fue la principal razón por la que Perón llegó al poder en 1946. Con la impunidad de la que gozaba como líder político del G.O.U., Perón impulsó una campaña conocida como “Dios o Perón” (luego los historietistas modernos cambiaron a Dios por Braden, para hacer parecer a Perón como un líder católico, mas no capitalista). ¡Y claro!, la masa de estúpidos que habitaba la nación toda razonó – ¡si  a eso se le llama razonar! – que a Perón lo veían siempre en todos lados mientras que Dios no tenía una representación iconoclasta. Por eso creyeron que Dios no existía. ¡Qué impunidad con la que se consiguen victorias políticas! Si es que los argentinos hubiéramos tenido fe en aquel momento, la historia posterior habría sido gloriosa y no un derrotero de tragedias. Pero, claro está, eso es incomprobable.
El hecho de que hoy en día tengamos un gobierno de carácter peronista, que ataca insaciablemente a la Iglesia Católico y a todos los creyentes, demuestra que los argentinos no hemos aprendido de los errores del pasado, y por ello nos va como nos está yendo. La solución: debemos recristianizar a la sociedad argentina toda. Cuando marchemos a concretar nuestro destino, debemos hacerlo con la espada en una mano y la biblia en la otra. Pero ya habrá tiempo para recristianizar a la nación y fundar un cuerpo espiritual de carácter homogéneo.
Sin embargo, el mal del peronismo fue más allá de la creación de un culto pagano. La cultura del trabajo se ha desvanecido en los peronistas. Lo único que hacen es sentarse en sus cómodos asientos a esperar que un plan social caiga del cielo, manchado con la sangre derramada de los puños de los productores del campo. Cuando recuperemos el gobierno para nosotros mismos, esa masa primaria deberá abandonar su costumbre inmoral e impropia de laboratore de bien para dedicarse a producir en la tierra de los dueños legítimos – nosotros, ¿quiénes más? -. En caso de negarse, serán exterminados. ¡En el nuevo régimen que ustedes llevarán adelante la insubordinación será pagada con la vida!
Retornar al sistema de producción agropecuario y a las relaciones carnales con Gran Bretaña: éste es el punto esencial de la revolución que deseo que ustedes, con nuestra ayuda, lleven adelante. Es necesario para ello el cierre sistemático de las fábricas y la prohibición de la actividad sindical. En caso de oponerse, los obreros serán conducidos al cepo y permanecerán allí hasta morir de inanición. Todo sea por dar el ejemplo de las consecuencias de la insubordinación a los demás obreros. Los principales productores tendrán la ventaja de hacer con ellos lo que deseen, desde pagarles con bonos para intercambiar por alimentos de la estancia, hasta la repatriación de la vieja costumbre conocida como primae noctis o derecho de pernada. ¡Dios y la patria lo demandan!
El modelo de producción agropecuaria y de libre mercado debe volver a imperar por sobre las prácticas mercantilistas del peronismo. Tampoco será necesaria la defensa de producciones locales a partir de cierto proteccionismo pragmático, dado que la reforma electoral ha conseguido el voto directo. Por  lo tanto, no es necesaria la negociación con los gobiernos oligárquicos provinciales para la consecución del gobierno nacional. Lo que debe primar, por tanto, son los intereses de la pampa húmeda – bastión geográfico de la patria verdadera - en beneficio de los productores del campo y nuestro más fiel aliado: La Corona Británica. La libertad de mercado fue la demanda constante de la potencia mundial y, en estos momentos, estamos posibilitados para otorgársela completamente. ¡Dios y la Patria nos lo demandan!

Por estos motivos, para hacer nuestra utopía realizable, es imperativo que entren en acción y marchemos todos desde la muestra de Expoagro hacia Casa Rosada en los tractores y cosechadoras que aquí tenemos; y obliguemos a la actual dirigencia política a deponer su mandato. Sólo de esta manera, nuestros sueños serán posibles y la nación toda vivirá en el jolgorio realizable y la felicidad relativa.

Atte. Leopoldo Jacinto Luque

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