Cuando hube llegado a Retiro desde Santos Lugares, fui al bar más cercano que tenía y, desde allí, comencé a escribir una carta a mis padres, explicándoles mi situación. De no hacerlo, no me caben dudas del sufrimiento por el que habrían pasado. Es posible que reclamaran por mi aparición con vida en los medios de comunicación apartados del manejo impune y monopólico del Estado Nacional pero, si bien eso quizás podría beneficiar la causa y desestabilizar al gobierno, no estaba dispuesto a hacerlos sufrir, por más noble que sea la razón.
A continuación transcribiré la carta entera, sabiendo que su valor emotivo es capaz de convencer a cualquier díscolo de su error:
Queridos Mamá y Papá:
Ante todo quiero expresar cuánto los amo a ustedes: los amo mucho. No me es sencillo, por tanto, escribirles una carta como ésta. Debo cortar por lo sano y ser directo con ustedes: a partir del día de hoy me convertiré en miembro activo del Ejército Contrarrevolucionario de la Nación y, por ese motivo, ingresaré de manera definitiva en la clandestinidad. Creo que es el gesto más altruista que he hecho en toda mi vida y supongo que ustedes estarán orgullosos de mi decisión, aunque les signifique no volverme a ver nunca más. Sé que en el fondo, y a pesar de las lágrimas que todos derramamos y seguiremos derramando, ésta es la mejor forma para colaborar en la construcción de un futuro verdaderamente próspero para nosotros.
Tantos recuerdos se me vienen en estos instantes a la cabeza, como pinturas en una exhibición. Es todo muy fuerte, como si viera mi vida entera a través de mis ojos.

¡Y la Nona! ¡Qué ejemplo de mujer! La recuerdo cocinando ñoquis caseros y comiendo sola en la cocina mientras su marido y las visitas lo hacían en el comedor.
Recuerdo cuando vos, papá, me contaste cómo la conociste a mamá. ¡Hermosa historia! Vos estabas haciendo el servicio militar obligatorio y te había tocado Marina. Una noche, uno de tus compañeros se había traído de contrabando una botella de tequila. Se pusieron borrachos y salieron a navegar en un bote que previamente habían llenado de armas. Navegaron hasta una isla del Tigre y, desde allí, comenzaron a cantar y disparar al cielo. Fue entonces que el Nono salió con su escopeta de la casa de fin de semana que había comprado en 1948 y, al ver que no eran ladrones sino conscriptos de la Marina, los invitó a pasar a tomar unos tragos y hablar de la Revolución Libertadora. Como le caíste muy bien al nono, te dijo que fueras cuando quisieras para allá que te iba a presentar a su hija. Esa hija suya resultó ser mamá. Vos siempre dijiste que te enamoraste más del abuelo que de tu mujer, y por la estrecha relación que cultivaste con él, no lo dudo ni por un instante.
Recuerdo también las clases de catecismo y lo bueno que era el profe con todos nosotros. Siempre nos estaba abrazando y dándonos mimos. Era un tipo muy cariñoso. En una ocasión, recuerdo que le pregunté si él había vivido los incendios en las iglesias y, dándome unas palmaditas en la baja espalda, me dijo que sí y que “nosotros los curas nunca debimos ser víctimas de ningún tipo de persecución”. ¡Qué hombre de ideas claras! ¡Y qué corazón que tenía! ¡Le derramaba su amor a todos sus alumnos! Me enteré hace poco que falleció. ¡No se dan una idea de lo que lo lloré!
Junto a estas anécdotas que he escrito, hay miles de otras tantas que se continúan proyectando ante mis ojos. Escribir sobre todas ellas haría interminable esta carta. Por este motivo, voy a terminarla ahora mismo. Les reitero que los amo con toda mi alma y espero que sientan mucho orgullo de mí y que algún día, cuando todo esto acabe, podamos estar nuevamente todos juntos para comer un asado. Los quiero muchísimo y la dejo acá porque las lágrimas recorren mi rostro.
Alexei
Luego de pasar al baño para lavarme la cara, llamé con mi celular – sería quizás la última llamada que haría con mi celular – a Ardiles, el taxista. Le pedí que nos encontráramos en aquel bar. Cuando hubo llegado, le entregué la carta, pidiéndole que la dejara en el buzón de entrada de la casa de mis padres. Luego, nos dimos un fuerte abrazo lleno de afecto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario