¡¡¡LOS DERECHOS HUMANOS SON PARA HUMANOS DERECHOS!!!

Aclaración:

El presente testimonio se presenta a los lectores como una crónica. Por este motivo, se debe leer de atrás (el principio) hacia adelante (desarrollo y final); en otras palabras, de lo más viejo a lo más reciente. En cualquier caso y dadas las circunstancias, de no disponer de mucho tiempo, me tomé la molestia de etiquetar algunos hechos o personajes para entrar en contexto. Dicho todo esto, a iluminarse con la verdad de mi testimonio.

28 feb 2011

Acerca del proceso contra Videla y Bignone. El encuentro con una mujer diabólica.

Es necesario que me separe un poco de la línea del relato para dar detalles del acontecimiento ocurrido hace unos pocos días.
Es de público conocimiento – sólo un ignorante no estaría enterado a estas alturas – que continúa la persecución política de los vengativos setentistas. En esta ocasión, decidieron ir a la carga con dos pobres e indefensos ancianos, ya condenados anteriormente por jueces corruptos e hipócritas, en un intento de seguir desacreditando a los héroes de la patria. Me refiero, por supuesto, a los ex presidentes Videla y Bignone y el reciente juicio por robo de bebés. ¡Robo de bebés! ¡Por favor! Hasta cuándo van a seguir las mentiras. 
Quiero aclarar, antes de iniciar mi actual relato, que yo ya hube entrado a la clandestinidad cuando los hechos aquí reseñados tuvieron lugar. Seré conocido, por lo tanto, como Mario Kempes (no es ésta, en realidad, mi nueva identidad), amigable vecino de Bella Vista. Dicho esto, doy comienzo a mi relato:

Cuando me enteré que iba a comenzar el Juicio a Videla, Bignone y otros héroes, decidí reunirme con Luque y otro compañero, que en su momento fue secretario de prensa del P.O.C.A. y hoy se encuentra, al igual que muchos otros, en la clandestinidad. Su nombre es Daniel Bertoni (claro está, no es éste su verdadero nombre; darlo a conocer supondría poner su vida en riesgo). La cita estaba acordada en un bar de Capital al que solíamos frecuentar Luque y yo tiempo atrás. ¡Ah! ¡Parece que ha pasado tanto tiempo y, sin embargo, no es así!
Así no se puede vivir
Llegué al bar una hora antes de lo estimado, pedí una cerveza y tomé un Clarín que había allí. Comencé a leer la columna de Van der Kooy, una de mis favoritas. No se puede confiar en nadie más que en un periodista honesto, dedicado, comprometido con el futuro de la nación y de buena pluma. Van der Kooy es, sin lugar a dudas, uno de los más grandes periodistas del país. ¿Por qué otra razón estaría en Clarín?
Clarín…
¡Diablos! ¡Qué imbécil, qué descuidado que había sido! ¡Cómo pude leer Clarín en un espacio público! Había puesto mi vida en riesgo de una forma completamente innecesaria. Es harto sabido que no se puede leer Clarín en espacios públicos sin atenerse a las consecuencias. Los ejemplares del gran diario que se encuentran habitualmente en bares y estaciones de servicio son utilizados para reconocer a los enemigos del régimen y hacerlos desaparecer. ¡Y ahora estaba en peligro!
Seguramente el mozo que me había traído la cerveza se percató del detalle y se lo informaría a sus viles líderes. Aníbal Fernández no tardaría en llegar. El mozo – ese repugnante individuo – le señalaría donde estoy sentado y su patota me golpearía delante de todos y luego me llevarían…
O quizás el mozo llamaría a Aníbal Fernández y éste, al arribar, esperaría con su patota un tiempo para ver si se me unía algún compañero y, sólo entonces, podría matar más de un pájaro con el mismo tiro. Mi descuido no sólo había puesto mi vida en riesgo, sino también las vidas de Luque y Bertoni. Todavía quedaba tiempo para que la hora de encuentro llegara,  por lo que decidí salir del bar.
- ¡Señor! ¡Adónde cree que va! – escuché que alguien gritaba tras de mí.
En una reacción espontánea, comencé a correr hacia la puerta, la abrí y seguí corriendo. Corrí un par de cuadras para luego detenerme y recuperar el aliento. Cuando lo hube hecho, llamé desde mi celular a Luque y lo convencí de reunirnos en algún otro bar.

A dentro del bar, reconocí a Luque y él me reconoció a mí. Se acercó con mucha gracia, me dio la mano y dijo:
- Saludos, compañero kirchnerista. ¡Qué día más peronista nos ha tocado para reunirnos! Realmente no creía que pudiera ser así, dado los pronósticos meteorológicos. Por fortuna, descubrimos, una vez más, que Clarín miente – y entonces se echó a reír -. ¡Ah! ¡Qué descortesía la mía! Haz el favor de sentarte. Te presento a mi querido amigo Daniel Bertoni. Bertoni, éste es Mario Kempes.
Nos dimos un caluroso abrazo y, luego de charlar un poco sobre las “obras” y “virtudes” - ¡puras patrañas! – del actual gobierno, nos enfrascamos en lo que realmente nos importaba conversar: la persecución política a los heroicos ex militares.
- No puedo creerlo – comenzó Bertoni -. ¡Bah! No quiero creerlo. En sí, tengo la capacidad de comprensión ontológica como para saber que es, efectivamente, creíble. Pero no me preocupo más de la cuenta. La gente se dará cuenta de la violencia con la que los montoneros ponebombas actúan. Ya estamos, la sociedad entera, cansados de la reacción beligerante de los gobernantes. ¡Hay que hacer algo!
- ¡Sin lugar a dudas! – exclamó Luque - Pero qué se puede hacer ante el poder déspota y totalitario de este gobierno montonero. ¡Hay que matarlos a todos antes de que ellos nos maten a nosotros!
- Lo peor de todo es que no tienen respeto por nuestra historia. Lo que le están haciendo a Videla, Bignone y otros significa la difamación de las santas instituciones de la patria – intervine -. ¡Es imperativo exterminar a los maoístas!
Luego de haber dicho esto, me quedé atónito al ver quién entraba al bar en aquel momento.
- Luque, amigo mío, ¿estoy loco o esa es Nora Veiras?
- ¿Quién?
- La panelista del programa maldito.
- Sí, es ella – intervino Bertoni -. ¿Qué es lo que hará aquí? Claro, además de hacer alarde de la impunidad de la que goza. Sólo mírenla: camina impunemente hacia una mesa, se sienta impunemente en una silla inocente, pide impunemente una taza de café y comienza a leer impunemente el impune Tiempo  Argentino. ¡Cuánta impunidad, señores!
- Debería ir a hablarle – comenté.
- ¿Por qué? – preguntó Luque, preocupado.
- Para no levantar sospechas. Si es que habló con una mujer tan subversiva sin demostrar repugnancia, entonces pasaremos desapercibidos el resto del día.
- Buen plan – señaló Bertoni -. Además podríamos sacarle información importante.
- ¿Qué tipo de información?
- No lo sé. Información.

Me levanté de la silla y me dirigí hacia ella. Nuestros ojos se encontraron.
- Nora Veiras, ¿verdad?           
- Por supuesto – me dijo, sonriente, la arpía -. Y usted es…
- Me llamo Mario Kempes. Sólo soy un militante kirchnerista que está dispuesto a dar la vida por defender las bases ideológicas y prácticas del actual proceso político. ¡Adoro a Kírchner! ¡Adoro a Cristina! ¡Y, sobre todo, adoro a Aníbal Fernández a quien, por cierto, no le tengo miedo! ¡Por qué temerle a Fernández!
- Me alegra saberlo. Es muy importante para mí que haya militantes jóvenes como usted. Le gustaría acas…
- ¡Además de todo, soy zurdo! – la interrumpí, consecuencia de mis nervios  - ¡Adoro la ideología de izquierda! Le cuento una cosa, mis papás me decían cuando era chico que era un “zurdito renegado” porque un día me descubrieron masturbándome con la mano izquierda. Por cosas así siempre me consideré un transgresor. ¿Usted qué opina, Nora?
Yo te difamo, Nora Veiras.
- Por favor, váyase y déjeme sola – respondió secamente. Sus ojos claros e inquisidores me paralizaron. Di media vuelta y volví a mi mesa.
- ¿Y? ¿Cómo te fue? – me preguntó Bertoni.
- Lo mejor es que paguemos y nos vayamos de aquí. Todo salió contrario a nuestras expectativas. Temo por nuestras vidas.
Y sí, motivos sobraban para temer. Esa malvada mujer era demasiado astuta y cruel. No perdería tiempo para eliminarnos a mí y a los míos. ¡Cómo la odio! ¡Es repugnante! Realmente se merece que le den su merecido; merece sufrir tanto como todos nosotros. Nora Veiras no merece otra cosa más que la difamación.


Dejamos un billete de $ 50 sobre la mesa y abandonamos el local.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

che, una basura tu blog. INCREIBLE

Little Freud dijo...

Hola, Anónimo. No sé si es irónico o no, pero se agradece tu comment!!!

Anónimo dijo...

Malo y bizarro, que da riza; "jaja".