¡¡¡LOS DERECHOS HUMANOS SON PARA HUMANOS DERECHOS!!!

Aclaración:

El presente testimonio se presenta a los lectores como una crónica. Por este motivo, se debe leer de atrás (el principio) hacia adelante (desarrollo y final); en otras palabras, de lo más viejo a lo más reciente. En cualquier caso y dadas las circunstancias, de no disponer de mucho tiempo, me tomé la molestia de etiquetar algunos hechos o personajes para entrar en contexto. Dicho todo esto, a iluminarse con la verdad de mi testimonio.

9 ene 2012

Informe sobre Salvación de Subversiva (P.O.C.A.-E.C.N.): Sobre la salvación de las subversivas


I

Él tiene un plan divino
El objeto de estas reflexiones es claro: la salvación de la mujer subversiva que, como ángel caído, se proyecta cándidamente hacia el infierno. Es inexorable y necesario el castigo de Dios hacia quienes alimentan el pecado original. Él, en su mismidad y perfección, es capaz de perdonar los  errores de juicio, mas no a las almas viciadas por  la corruptela del intimismo apartado de las instituciones naturales que Él nos ha conferido a la comunidad toda. No puede perdonar la nadización que ellas hacen sobre las virtudes de aquél. Pero no sólo eso; Dios condenará al  hombre genérico por su pasividad frente a la desviación de su rebaño a la senda de las corporalidad. Este camino emprendido por los  subversivos pastores no es otra cosa que la elección de una aparente libre moral. De acuerdo a ellos, todos somos libres de elegir nuestro proyecto  de vida teniendo una única garantía: la vida terminará en algún momento. Ahora bien, este pobre esquema de pensamiento ignora que es Dios, en su eterna virtud, quien creó al hombre a una semejanza antitética con aquél y, por lo tanto, nuestras decisiones y nuestros juicios morales  no se guían por la libertad subjetiva de un individuo desamparado sino en el plan que Él encomendó. Nuestra libertad está atada a la obediencia de los a priori morales que le impuso al sujeto trascendental. Es por esa razón que subversivos como el comunista Juan Pablo Sartre se equivocaron al afirmar que “la existencia precede a la esencia”. Dios, que es la esencia perfecta, que existe desde antes del tiempo mismo, creó  nuestra esencia como hombres a su imagen y semejanza antes siquiera  que nuestras almas quedasen encerradas en la cárcel del cuerpo y, por lo tanto, existieran en la mundanidad de la manera en que aquellos describen. Esos discursos existencialistas no hacen sino negar la armonía del mundo y lo hacen jugando con la naturaleza pasional  de las mujeres. Ellas, al no proyectar fenómenos ininteligibles debido a su naturaleza subjetiva (ego sentiô), desconocen el plan armónico y el lugar que les fue asignado desde siempre.
El subversivo Sartre confundiendo a una mujer
Entonces es tarea del hombre de bien, aquel que ve clara y distintamente los preceptos divinos, los imperativos que nuestro señor ha enunciado en tablas de piedra para que los encuentre Moisés camino a Tierra Santa, el que debe conducir nuevamente a la mujer hacia la sendero de la rectitud, pues ella no puede hacerlo sola. La dignidad del hombre se fundamenta en el acto de fe y así como Abraham fue enviado por un ángel a sacrificar a su hijo para demostrar su fe como el valor esencial que debe guiar todas nuestras decisiones, los hombres comunes también debemos probar nuestra  fe rescatando a las mujeres del pecado, siendo sus perros lazarillos hacia  el abrazo divino.

II

El subversivo Nietzsche y su amigo
confundiendo a una mujer
El enemigo tiene  muchos rostros. Está en todos aquellos que desvían a los ilusos de la senda de la rectitud. Está en las profanaciones a santuarios. Está en  la difamación dirigida al vicarius Christi. El enemigo, si bien reconocemos que es  producto  de Dios como todo lo que existe y en esencia es-en-el-mundo, tiene un papel definido: dificultar la labor  de los servidores del señor. Haciéndolo, el enemigo también cumple la labor que Dios le encomendó hacer. Pero su destino es claro: el exterminio. Nosotros, que reconocemos que Dios está de nuestro lado porque nuestras acciones nos llevan a él, debemos destruir al enemigo. El enemigo tiene un nombre categórico: subversión. Ésta es la  negación de la afirmación del mundo y la trascendencia. El subversivo es, en esencia, nihilista;  puesto afirma la muerte de Dios. Ésta, a la que  entendemos como libertad contingente de los hombres sin ataduras morales, es la negación de la verdadera realidad, a saber: aquella donde la perfección, que es unidad, concreción y existencia, es evidencia axiomática. Y esa realidad es más  real que el reino de la doxa que aquéllos afirman como la única realidad. Afirmar que Dios  es nada, siendo la nada ausencia y Dios, presencia absoluta; es caer en un nihilismo pecaminoso promovido por el paganismo de los íconos de la cultura popular moderna. Nietzsche, al negar la verdadera realidad y la verdadera vida que se funda en la  devoción a Dios como valor real, fue  un gran nihilista… y un gran subversivo.

III

Primera afirmación: la mujer es conducida al pecado por su naturaleza privada de razón mas no de sentimiento (ego sentiô). Segunda afirmación: es la subversión la que conduce a la mujer al pecado mecanizando la naturaleza de aquélla en pos de fines contrarios a Dios. Tercera afirmación: el hombre de bien debe reencauzar a la mujer a su lugar en la armonía  del mundo. Cuarta afirmación: dicho lugar es la esfera privada de la familia. La pregunta ahora es cómo hacerlo y la respuesta no es sencilla.
Una primera aproximación a lo que se pretende puede interpretarse que sea la retórica. Ésta, se sabe, es el arte del discurso siendo éste (siguiendo a Platón en Fedro) la manera en la que se puede conocer y dialogar con el alma de los hombres. La retórica es un arte que sirve al convencimiento de ideas ya que se dirige al conocimiento y entendimiento del alma. Sin embargo, la retórica, entendiéndola de esta manera, no sirve como herramienta para nuestros fines y la razón es evidente: las mujeres no tienen alma. Al ser entes ausentes de ésta, aquélla no puede jugar el rol que sí jugaría con los hombres. El diálogo por el convencimiento resulta entonces inútil y la única alternativa es el ejercicio de la violencia.

IV

Skinner nos da la solución
La mujer, si bien es un ente que vive del cuerpo y para el cuerpo, tiene un cuerpo débil. Fácilmente puede ser inducida hacia el camino de la  rectitud a través del correctivo físico. Al no gozar de vida interior, su comportamiento se funda en unidades de estímulo-respuesta. Si agregamos a esta díada un tercer componente, la operante, transformando la unidad de análisis en una triada, la mujer llevará  adelante las órdenes que su protector le haya dado de forma inmediata y óptima. Ésta es la única manera de salvar a la mujer del camino al infierno, salvando a la humanidad toda.

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