16/06/55
Querido diario:
Encuéntrome completamente angustiado por todo lo que ha estado sucediendo en los últimos meses en la patria. Persecución política, difamación de la Iglesia y de los curas, agresividad popular a todo lo que muéstrese reacio a la política del tirano. Temo que suceda lo peor, la masacre, el derramamiento de sangre, el terror de este vicario de Maximiliano Robespierre, el incorruptible de la guillotina.
Tengo miedo y no lo escondo. Sin embargo, los compañeros del Partido Comunista que conocí hace unos días en la movilización del Corpus Christi señaláronme que no tardarían las bases obreras en ser conscientes de la mentira del Tirano y actuarían con conciencia de clase para derrocarlo. Al momento de preguntarles qué sucedería después, respondiéronme con un tono liviano que “eso es lo que menos nos debería importar”. Tienen razón, lo importante es acabar de una vez y para siempre con el malvado que ha hecho de nuestra patria un ente apartado de los beneficios de la alianza con los Estados Unidos y la acercó a los intereses del Imperio Soviético, opuesto a la democracia y a la naturaleza y tradición liberal que cultivamos desde Alberdi a la fecha. Nadie ha hecho más daño a la patria y a las buenas costumbres que el Tirano. ¿Acaso débase morir para que la patria libérese del autoritarismo y el impacto herético y los negros del interior con las patas mojadas en la fuente? ¿Acaso débase hacer desaparecer al tirano para que todo vuelva a la normalidad?